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Recorre con una redacción brillante la historia de México en su lucha por la separación de Estado e Iglesia y apoya al gobierno mexicano en su actuación: `El espectáculo de Méjico es el magnífico de un Estado luchando denodadamente por imponer la ley constitucional.... Esta Constitución, promulgada en 1917 y tendente como ninguna de las anteriores, a dar la soberanía al Estado y al pueblo mejicano,,,, Tolerante el Poder que dictó la nueva ley, concedió a la Iglesia, para que se acomodara a ella, un dilatado plazo... ¿No es esta ley, en síntesis, la que rige de tiempo en los pueblos independientes de América y en todos los Estados europeos? ¿Se inclinó la Iglesia mejicana ante esa disposición....? Todo lo contrario; anunció solemnemente que era invulnerable; desafió al Estado; organizó la opinión que le era adicta para que políticamente resistiera. Roma, que veía en peligro los 10 millones que anualmente recibía de Méjico, estimulaba al clero a desatender al Gobierno.... Un caso significativo es el del nuncio Carona [sic],.... llegó a Méjico con un pasaporte de Puerto Rico; en este pasaporte el nuncio ocultaba su categoría y aparecía como maestro de enseñanza primaria. Se le franqueó la entrada; se descubrió después, por su campaña, su nombre. El Gobierno mejicano, que pudo emplear con él sanciones punitivas, se limitó a exppulsarle,.... La razón del Estado mejicano la han reconocido los Estados Unidos, quienes a los dignatarios católicos que se dirigieron a ellos pidiendo la intervención han contestado negativamente, advirtiendo que los prelados americanos se habían mezclado indebidamente en la política del país que les da hospitalidad; la misma respuesta ha dado la Argentina, añadiendo a ella que estas medidas fueron por la Argentina adoptadas hace ya veintiocho años,.... toda América apoya, pues, a Méjico....`.