Jugar con fuego.

Sobre el embargo de armas que el gobierno norteamericano había aplicado también al paso de diez aeroplanos comprados por el gobierno mexicano para sofocar la rebelión yaqui (entre otros usos y con la duda de que con ellos se auxiliara a Nicaragua), muestra de que si no se daba un plegamiento en materia de reglamentaciones en los intereses de los extranjeros en México el castigo podía ser múltiple. El editorial resalta que, aun estando la razón del lado mexicano, la relación entre una nación pobre y otra poderosa siempre ser dispareja y para conservar la soberanía los débiles deben actuar con mucha prudencia y conquistarla: `Ningún buen mexicano podría aceptar, y menos aconsejar, que un presidente nuestro entrara en componendas vergonzosas o deprimentes con el extranjero. Pero todos estamos en el deber de exigir que no sigan busc ndose peligros voluntarios, porque voluntarios han sido, por ejemplo, la cuestión religiosa y, de ser cierta, la intervención de México en los asuntos particulares de Nicaragua.