Los inicuos asesinatos de Jalisco.

Referente a la reciente muerte del norteamericano Edgar J. Wilkins en Jalisco y la de unos años antes, Rosalie Evans en Puebla; en ambos casos el gobierno mexicano se aceleraba para buscar cualquier persona en quien hacer recaer la culpa y ejecutarlo para evitar complicaciones internacionales. El caso de Wilkins fue arreglado por el general Jesús M. Ferreira, jefe de las operaciones militares en Jalisco, con el juicio sumario de siete personas y su fusilamiento; también fue ejecutado unos días antes el licenciado Anacleto González Flores, sobre el que el diario dice lo siguiente: `[...] persona de limpísimos antecedentes y muy estimado por la sociedad tapatía, sobre quien los presuntos plagiarios, según la voz oficial, hicieron recaer la responsabilidad de haber sido el autor intelectual de la muerte de Wilkins [...]`; pero en ningún momento se menciona en este editorial que González Flores era cabeza del movimiento cristero en la región.