¿Debe el gobierno suspender el servicio de la deuda?

El diario opina sobre la deuda externa mexicana, concertada con el Comité Internacional de Banqueros y que el régimen de Calles pretendía arreglar en el último año de su gobierno mediante el envío a Nueva York de los comisionados Fernando de la Fuente y Fernando Díaz Barroso; el régimen planteaba irremediablemente la suspensión, dado que las reformas a los tratados originales (Convenio De la Huerta-Lamont, 1922 y Enmienda Pani-Lamont, 1925) eran imposibles para el país en esos momentos. Este editorial recuerda la reflexión de Francisco Bulnes de abril de 1924 al respecto, en la que afirmaba que había tres motivos para que el gobierno de un país reconociera y pagara su deuda: el acatamiento de la ley moral universal, el cumplimiento de la palabra de honor y la conveniencia a los intereses materiales de un pueblo; ninguna de las tres razones se dio en el caso de México y, por tanto, fue un absurdo que el régimen callista, valiéndose de una equidad capitalista y no socialista, contradicción en un gobierno que se sentía socialista y que, sin embargo, se preocupó hasta el sacrificio por pagar a los deudores millonarios con tal de no poner en peligro el reconocimiento de los Estados Unidos, aunque México estuviera empleando esta estrategia para implantar un socialismo radical en medio de todos los abusos a los intereses de los ciudadanos. La solución era, para Bulnes y en palabras de este editorial, la siguiente: `[...] si el gobierno tuviera el alto patriotismo de reaccionar en favor de los intereses públicos, vería cómo la suspensión del Servicio de la Deuda no traería aparejado ningún peligro de ruptura con los Estados Unidos si esa suspensión se acompaña de la adopción de un programa gubernativo de moderación, de equidad y de justicia, [...]`.